No me gusta el OEE

No me gusta el OEE

 

Hemos explicado en la entrada anterior qué es el OEE (Overall Equipment Effectiveness ), donde ya adelanté que no es precisamente santo de mi devoción.

Explico aquí porqué.

Un detalle que no me gusta es que se trate de un porcentaje, una división de 2 parámetros, que manía.

Son preferibles las cantidades absolutas: unidades procesadas o cantidad de trabajo realizado. Un número entero, sencillo, fácil de recordar y de comparar con un estándar. Tú dame los datos por separado, que dividir ya sé yo.

Porque llevado al extremo, en un centro de mecanizado podríamos no cambiar la fresa en función del tipo de trabajo, y utilizar siempre una pequeña, resistente… y que arranque 10 veces menos material. Al ser un porcentaje, el OEE de esta máquina se dispararía.

¿Absurdo? Sí, y evidente por lo exagerado. Pero en cuántos casos menos evidentes estaremos tomando decisiones absurdas por un ratio mal entendido.

 

Pero el principal problema es otro. Tanta novedad y nombre en inglés para volver a caer en el viejo error de siempre.

Se trata de un indicador local.

Una visión que nos puede llevar a optimizar un puesto o una máquina sin tener en cuenta el rendimiento del conjunto. El OEE es una metodología que detecta cierto tipo de síntomas, pero que nos puede enfocar a soluciones que quizá no sean las más adecuadas.

 

Ya podemos gastarnos un dinero en implantar técnicas de cambio rápido de herramienta (SMED) o invertir en un mantenimiento predictivo que nos pueden hacer ganar unos cuantos puntos porcentuales, pero que igual no solucionan nuestro problema, sobre todo si está en otro lado.

¿Es esa máquina cuello de botella? Porque si no lo es, no hemos ganado nada en global.

¿Hemos decidido medir su OEE porque es la operación clave de nuestro proceso?¿O simplemente porque se podía?

Al ser una máquina, la tecnología actual nos permite medir todos los parámetros imaginables, y analizarlos con Big Data, y presentarlos en bonitas gráficas en tiempo real, para que nos quedemos mirando cómo cambian los centesimales.

Me recuerda al chiste del borracho que de camino a casa pierde las llaves, y las busca debajo de la farola en vez de donde se le han caído, ya que ahí hay más luz.

 

Porque la operación clave era la siguiente, la que no es una máquina, el montaje manual o el ajuste, del que no tenemos tantos datos.  O la anterior, la información técnica, ese campo de estados no estandarizados que seguimos sin abordar. Allí donde no nos atrevemos a calcular OEEs.

No me gustan los OEEs. Aunque quizá sea cosa mía.

 

 

 

Ingeniero Industrial | Freelance | Experto en Planificación y Procesos

¿Tienes alguna duda o comentario? Déjalo a continuación, o contacta por privado.

Te contesto (hasta donde sepa).