Es difícil que una empresa admita sus carencias en la gestión de sus procesos productivos.
Más difícil aun es que decida invertir en mejorarlos.
Y mucho más que decida hacerlo contratando los servicios de alguien externo.
Es más fácil que decida gastar 10 veces más en una máquina o un nuevo programa informático, que probablemente no solucione su problema.
Es como si ante un problema de stock, decidas invertir (es decir, gastar) grandes cantidades en un nuevo almacén, cuando lo lógico es replantear tu proceso logístico.
Creo que hay algo psicológico que hace que apreciemos más lo tangible que lo intangible, lo que podemos tocar frente al know-how.
Algo que nos hace preferir el producto (maquina, software, almacén…) al servicio. Un «me decanto por el producto, que si me equivoco al menos lo puedo vender a peso».
Vaya por delante una autocrítica: si el cliente no aprecia lo que haces es porque no has sido capaz de poner en valor tu servicio. A menudo se nos ve a los consultores externos como un gasto sin retorno de valor.
Aunque no me siento del todo cómodo bajo la etiqueta de “Consultoría”. Considero que todo lo relacionado con procesos entra en la categoría de “Ingeniería”: Ingeniería de Procesos.
Sin “Re” de Reingeniería: No presupongas que ha habido una ingeniería anterior.
Reconozco que no soy imparcial, pero si me admites un consejo:
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Antes de invertir en una máquina, o de cambiar el lay-out de tu instalación, o de cambiar de planta, revisa tus procesos productivos.
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Antes de invertir en un nuevo almacén, revisa tus procesos logísticos.
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Antes de invertir en nuevo software, o si no cumples plazos o presupuesto, revisa todos tus procesos.
Invierte en Ingeniería. Por sí sola ya te aporta valor, y va a hacer que el gasto en producto esté mejor adaptado a lo que realmente necesitas.
Puede incluso que te lo ahorres.
Ingeniero Industrial | Freelance | Experto en Planificación y Procesos
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