Vamos con el reto de representar la actividad de tu empresa como un puzzle de procesos en vez de como un simple mapa.
Repasemos las reglas:
1) La foto es la misma independientemente del número de piezas. La suma de piezas tiene que cubrir toda la foto inicial, sin “tierras de nadie” ni solapamientos.
2) Las piezas tienen que encajar. Todas las entradas de cada proceso tienen que ser salidas de otro, excepto las externas.
Hemos definido nuestra empresa como un único proceso (nivel 1), con sus entradas, salidas y recursos.
Ahora vamos a partir este gran proceso en unos pocos más pequeños, cumpliendo las reglas anteriores.
La primera tentación es trazar líneas verticales, dividir la entrada externa (cliente) de la salida externa (cliente) en varios pasos supuestamente correlativos. Algo así:
¡Bruuf!
(escalofrío, ya comenté que odiaba estos mapas).
Es aquí donde empiezan los problemas. Voy a intentar ser objetivo y explicar los motivos:
Ya sólo a nivel visual: ¿no parece una carrera de obstáculos hasta el cliente?
Respecto a las reglas del puzzle, dudo que se cumpla la 1ª y no haya “tierras de nadie”. Pero de lo que no tengo duda es que no se cumple la 2ª. Definir las entradas y salidas de esos “procesos” es ya un reto, pero intentar que encajen…
Sin embargo, para mí hay otro motivo más importante: fijaos bien en los nombres.
…
…
¡No son procesos!
…
…
¡Nos han engañado!
…
…
¡Son los departamentos de toda la vida!
…
Ahora entiendo por qué parecía una carrera de obstáculos, y era tan difícil que las piezas encajasen.
Ahora entiendo el afán porque los primeros cortes sean verticales: para conservar las estructuras de siempre, y poner muchos responsables entre la entrada externa (cliente) y la salida externa (cliente).